La Unión de la muerte
Stefanie Bianculli
Poco después de las ocho de la noche, la sala de artes del Centro Cultural Corp Banca sirvió de escenario para una obra tan elocuente y divertida que llenaría el lugar de carcajadas durante una hora y 25 minutos.
Aunque en la sala no habían sino unas escasas 17 personas eso no impidió que entre Luis Abreu y Luis Gerónimo Abreu se robaran el espectáculo haciendo derroche de sus magníficos talentos. Cada uno utilizando los elementos a su alrededor, llenando el espacio con una excelente gestualizacion y un tono de voz que resonaba en el pequeño espacio.
“En el nombre del padre, en el nombre del hijo”, una obra original de Luis Abreu, quien es casualmente uno de sus protagonistas junto a su hijo, Luis Gerónimo Abreu, dirigida por Daniel Uribe, representa la historia de dos polos opuestos, un ex maquillador de televisión cuya carrera se ve reducida tras involucrarse con una joven actriz, y otra serie de penosos eventos que lo han convertido en un maquillador de cadáveres y, peor aún, lo han separado de su legitimo hijo, Pedro Elías.
Pedro, quien se ha cambiado el nombre por Juan José, es un hombre que ha tratado de desarrollar a lo largo de su vida una imagen glamorosa y sofisticada con el fin de convertirse en un famoso de la televisión. Pero que tras la muerte de la Tía Dolomita se reencuentran para dejar florecer entre ellos todos los conflictos y resentimientos que vienen cargando.
La dicotomía entre ambos personajes, uno carismático, triunfador y una figura pública querida, y el otro con una profesión escalofriante y un pasado turbio, la atmósfera de la sala donde son preparados los cadáveres, y el lugar donde se desarrolla la obra, que contrasta completamente con el humor y sarcasmo de sus protagonistas, además de la inevitable química entre ambos, son las variantes que transforman a esta pieza en una irreverente maravilla.
A pesar de los tintes trágicos que pueda presentar la historia, sobre todo hacia el final, tras una dura confesión que termina por aflorar sentimientos humanos, y despierta en ellos el amor que se debe tener en una relación de padre e hijo, siempre trata de llenar la desesperanza con comedia.
Muy a pesar de que lo que se piensa de que trabajar con familia es difícil y hasta peligroso, Luis Abreu ha declarado que “ha sido una experiencia enriquecedora de la cual he disfrutado mucho.” También ha expresado su deseo de ser director pero que finalmente terminó por ceder. “He dejado el puesto de director a otro porque pienso que ya habría sido mucho. Un artista debe estar concentrado en hacer su papel y el director debe estar concentrado en todo lo demás, y me siento muy contento de que todo ha salido bien. A la gente le ha gustado”